Como hemos podido leer en varios de los documentos de este curso, las más recientes líneas pedagógicas abogan por fomentar la autonomía del alumno, el trabajo cooperativo, el aprendizaje reflexivo y potenciar la autoevaluación.
Tal y como podemos ver en los resultados de los casos de estudio de los autores de este artículo, el portafolio promueve que el alumno organice su propio proceso de aprendizaje y lo hace responsable del mismo. Parece evidente que esta herramienta será mejor recibida y valorada por los alumnos más propensos a aceptar novedades en su proceso de aprendizaje. Será, no obstante, recibido con menos agrado por aquellos acostumbrados a unos métodos más tradicionales.
No obstante, el uso del portafolio ayuda a desarrollar una serie de destrezas que serán útiles no solo para la vida académica sino también para la vida en general. Por lo tanto, es responsabilidad de la comunidad educativa ayudar a los aprendices a usar herramientas que fomenten la iniciativa, la búsqueda de recursos y las relaciones interpersonales.
Si conseguimos que el portafolio se convierta realmente en una herramienta de libre configuración y uso por parte del alumno lograremos probablemente captar también la atención de aquellos alumnos menos motivados por las novedades que los alejen de los métodos tradicionales. De lo contrario, creo, solo lograremos cargarlos con una actividad más, que harán para cubrir el expediente.
Me parece especialmente interesante la idea de dividirlo en tres partes: punto de partida, reflexiones y punto final. Esto ayudará a ver las diferentes etapas del proceso y sus avances, contribuyendo seguramente a la motivación.
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